24 octubre 2009

¡Bam! Que lluevan piedras del cielo,
que se escuche el llanto y
que azote y que friegue con
lastimeras caricias todo cuanto
vive bajo el alba y el ocaso.
Encontremos la naturaleza, perdida,
por la maraña de mareas negras
de la perversión del tedio.

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